Tratamiento y falsas promesas
Un grupo de asociaciones europeas de consumidores realizó un estudio
para conocer la situación de los tratamientos que se utilizan para
combatir la caída del cabello. Las respuestas de los 13.500 hombres
encuestados muestran insatisfacción por los resultados y cierta
frustración ante las falsas promesas con las que a menudo se acompaña la
publicidad de los productos. Un poco más de la mitad de los españoles,
belgas, italianos y portugueses de 20 a 64 años entrevistados había
seguido algún método para frenar la caida del cabello.
Parece ser un problema que preocupa más a los jóvenes, ya que un 64% de ellos intenta ponerle solución, mientras que solo un 27% de las personas alrededor de 50 años lo hace. Por otro lado, una cuarta parte de los encuestados que realizaron algún tipo de tratamiento decidieron empezarlo por su cuenta, sin consultar con ningún profesional. El resto preguntó al peluquero, aunque también hay quien acudió al farmacéutico y al dermatólogo. En la mayoría de las consultas, el consumidor espera poder frenar la caída de su pelo, más que hacerlo crecer de nuevo.
Parece ser un problema que preocupa más a los jóvenes, ya que un 64% de
ellos intenta ponerle solución, mientras que solo un 27% de las personas
alrededor de 50 años lo hace. Por otro lado, una cuarta parte de los
encuestados que realizaron algún tipo de tratamiento decidieron
empezarlo por su cuenta, sin consultar con ningún profesional. El resto
preguntó al peluquero, aunque también hay quien acudió al farmacéutico y
al dermatólogo. En la mayoría de las consultas, el consumidor espera
poder frenar la caída de su pelo, más que hacerlo crecer de nuevo.Parece ser un problema que preocupa más a los jóvenes, ya que un 64% de ellos intenta ponerle solución, mientras que solo un 27% de las personas alrededor de 50 años lo hace. Por otro lado, una cuarta parte de los encuestados que realizaron algún tipo de tratamiento decidieron empezarlo por su cuenta, sin consultar con ningún profesional. El resto preguntó al peluquero, aunque también hay quien acudió al farmacéutico y al dermatólogo. En la mayoría de las consultas, el consumidor espera poder frenar la caída de su pelo, más que hacerlo crecer de nuevo.
De padres a hijos
El tipo más común de calvicie masculina se conoce como alopecia androgénica y está asociado a la hormona masculina testoterona Es un proceso irreversible y progresivo de pérdida de pelo, que afecta a un porcentaje de hombres que aumenta con la edad: la sufren el 30% de los varones de 30 años, el 40% de los hombres de 40 y así de forma sucesiva. Tiene un fuerte componente genético y a menudo se transmite de padres a hijos.La vida del pelo consta de tres fases: crecimiento (anágena), que puede durar hasta seis años; fase de reposo (catágena), que dura alrededor tres semanas; y fase telógena, cuando el pelo cae y se reemplaza por otro. Aunque la mayoría del cabello está en fase de crecimiento (85%), es un proceso asincrónico, ya que cada pelo no depende de otro y cae en su momento. En la alopecia, el folículo se estrecha de manera progresiva hasta que termina por no formar un nuevo pelo después de la fase telógena. En este momento, caen más pelos que la cantidad que nace, de modo que se empieza a perder densidad, si bien el folículo no está muerto. Esto sugiere que, en un futuro, se podrá encontrar un tratamiento efectivo para hacerlo crecer de nuevo.
Otras formas de calvicie
Otro tipo de calvicie es la areata, caracterizada por el desarrollo de islas con menor densidad de pelo, causadas a menudo por un estres prolongado. Tiene un carácter autoinmune y se soluciona de forma espontánea cuando cesa el estrés. Otras causas menos frecuentes son algunos medicamentos, como los usados en quimioterapia. También se puede perder pelo después del parto, por una anemia por deficiencia de hierro, y como consecuencia de algunas dietas estrictas pobres en grasas y proteínas.Algunas personas calvas son tricotilmaniacas, es decir, que se arrancan de forma inconsciente el pelo. Por último, puede favorecer la calvicie el uso de peinados que provoquen un exceso de tensión, como rastas, trenzas y moños apretados. A menudo, todos estos tipos revierten por sí solos cuando se soluciona el problema que los causaba.
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